Benito Irady: «Me identifiqué con un hombre en su agonía»

El libro de Cruz Quinal

Diálogo

Benito Irady: «Me identifiqué con un hombre en su agonía»

Nos habíamos citado para la Torre Norte del Centro Simón Bolívar, en Caracas, a las 7:30 de mañana del miércoles 28 de julio y ambos llegamos puntuales conectados con el Comandante Chávez, a quien, este mismo día, lo recordamos como nuestro cumpleañero mayor.

Observo acercarse a mi entrevistado mientras tomó «un negrito corto» en el cafetín de la esquina, Benito parece un buzo camino a sumergirse. Lleva tapabocas y careta plástica, atuendos a los que nos hemos acostumbrado en la cuarentena por la pandemia de contagios Covid-19. Empeñado en tocar fondo, atiende mi invitación a conversar acerca del premio que acaba de recibir por su libro de crónicas en torno a la figura de Cruz Quinal, a quien atribuye la verdadera autoría de lo allí escrito.

Para este día, todavía Benito no sabe oficialmente que ha ganado el prestigioso Stefania Mosca al que convoca la Alcaldía Bolivariana del Municipio Libertador, en Caracas, y Fundarte. Sin embargo el galardón es vox populi, un hecho público y comunicacional que todos damos por sentado.

Benito Irady es un acucioso intelectual venezolano que ha destacado en la literatura desde muy joven. Nació en El Tigre, al oriente de nuestro país, y confiesa ser un privilegiado por contar entre sus amigos a múltiples creadores de la palabra, cuya lista encabeza Gustavo Pereira e incluye a la mismísima Stefania Mosca,creadora defenestrada y epónimo del Concurso literario que Irady acaba de ganar en el género de crónica.

El libro de Cruz Quinal, que es el título exacto del texto que presentó a concurso amparado en el seudónimo Oscar Linch, constituye la reivindicación de una manera de vivir y de pensar. A Irady le impactó acompañar a Cruz Quinal en «la claridad de su muerte». Su progresivo desgaste físico y asfixia total se reflejaba en un cuerpo cada vez más esquelético y cianótico: «me identifiqué con un hombre en su agonía». Quinal padecía de esclerodermiartritis y sabiendo del irreversible y acelerado camino hacia su muerte, jamás dejó de trabajar y en sus creativas cotidianidades «compuso una canción donde relata que se iba a morir». Dice José Benito Irady que ese canto, interpretado por José Quinal, el hermano de Cruz, «la gente lo bailaba y nadie lo asociaba con el subyacente tema de la muerte».

Al intérprete del famoso joropo al que estamos haciendo referencia, Benito no logró entrevistarlo. «Es el único que quedó por fuera y acaba de morir, el pasado 20 de junio».

Una larga investigación, observación y entrevistas, conviviendo junto al emblemático lutier, ejecutante y músico, dan como resultado El libro de Cruz Quinal, «sí, porque no es el libro mío, es suyo».

La tarea

Benito Irady es un escritor que empezó a muy temprana edad su tarea creativa, casi a la par con sus investigaciones sobre las culturas populares y tradicionales. Al respecto dice Gustavo Luis Carrera que para Irady «haber llegado al estudio y a la promoción de la cultura popular, ha sido no tanto un acto de convicción como un acto existencial».

El propio Benito nos recordó, en medio de este Diálogo para Todasadentro, que Por obra de pueblo (un libro publicado por la Universidad se Oriente en noviembre de 1989 como homenaje por su trayectoria laboral en pro de nuestra diversidad cultural) sirve para testimoniar que ya en ese año 89 tenía una trayectoria en gestión cultural conocida por todo el país. Esto sin contar los posteriores 30 que se suman para medio siglo de consecuente labor en la que los últimos años incorporan la coordinación de, al menos, ocho expedientes postulados consecutivamente ante la Unesco para  reconocer mundialmente el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, asentado en Venezuela.

«Es para reflexionar -nos acota Irady- porque, a diferencia de otros países, aquí no se valora este elemento a la hora de orientar políticas de Estado, y por eso vamos de tropiezo en tropiezo», puntualiza.

El ganador de este año en la mención Crónica, del premio que honra la memoria de Stefania Mosca, quiere reiterar la necesidad de colocar la discusión acerca de las políticas revolucionarias del Estado venezolano. «Afortunadamente, como debe ser, lo que nos ha tocado implementar, se ha transformado en logros para el país. Allí está el ejemplo que tú mismo acabas de mencionar, de la Unesco», pero ni siquiera en el Plan de la Patria se asume lo cultural como prioritario. E insiste Benito Irady en que «la guerra es cultural» y que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) «tiene que meterse y atender el asunto de la cultura: No puede ser que aquí se esté sentando Gobierno y oposición para discutir diversos temas del país y que  nadie abra espacios para la discusión cultural», puntualiza el recién galardonado por la Alcaldía de Caracas y Fundarte.

Músico completo

La crítica y propuesta del cronista galardonado, se fundamenta en el ejemplo de la integralidad de Cruz Quinal, quien afirmaba que «un músico debe ser un músico completo, que sea capaz de escoger el árbol que le proveerá la madera con la que hará su instrumento», cortar el árbol, trabajar su madera, confeccionar el instrumento y también ejecutarlo, componer y cantar.

Irady no vacila en afirmar algo que parece evidente de inferirse, cuando uno escucha los relatos apasionados de las vivencias de Cruz Quinal. «Él representa para mí mucho más que una razón para escribir».

Yo quería

«Siempre quise, en la medida que observaba, investigaba y escribía, que el propio Quinal conociera su libro, pero se adelantó su muerte a mi propósito. Sólo fue ahora cuando me nació el reimpulso de terminarlo, incluyendo a manera de epílogo el relato de su despedida».

Nos cuenta Benito que Cruz Quinal fue «preparando su despedida con todos los detalles. A mí llegó a decirme, con tono premonitorio: ‘Tú no vas a poder estar en mi entierro’. Y es que, como te digo, planificó toda su despedida: ‘Van a crecer las aguas y yo voy a entrar en el Jordán’, decía en tono metafórico para referirse al río Manzanares o Cumaná, ‘y tú no vas a poder pasar, no vas a poder estar presente en mi entierro’ insistía».

-¿Y ocurrió así o fuiste a su entierro cuando murió?

-No pude estar. Creció «el Jordán». Ese día íbamos en la carretera y comienza a caer tremendo palo de agua. En ese mismo instante choca un pájaro negro contra el parabrisas del carro donde íbamos. Me vino la intuición y dije a mis acompañantes: ¡Coño, se murió Cruz! Paramos el carro, buscamos un teléfono y llamamos desde Barcelona. Nos confirmaron de su muerte mientras contábamos la imposibilidad de llegar a su entierro.

Iván Padilla Bravo / Caracas

Fotos: Félix Gerardi

Portada: Iván Lira

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