Tampoco ellos pueden respirar

Para este intelectual venezolano, «al pasar por París, que estaba llena de pintores latinoamericanos, me contagié»

Alfredo Lugo es un multiartista venezolano a quien la mayoría de las personas, en su país y por el mundo, conocen más por sus realizaciones cinematográficas que por su plástica y literatura.

Resulta que la Pandemia lo obligó a tomar cuarentena de prevención en Argentina, un país al que conoce bastante, donde tiene familia y fue representante diplomático de Venezuela, durante el Gobierno del Comandante Hugo Chávez.

En Buenos Aires ha retomado la pintura y, saberlo, nos ha motivado a esta entrevista, en exclusiva, para Todasadentro.

-¿Quiénes son los personajes de este reciente cuadro? 

Nos han habituado a lo transitorio, a lo fugaz, aprovechando la fragilidad de nuestra memoria. La imposibilidad cierta de una memoria enciclopédica lleva a la carencia de referentes que imposibilitan la construcción integral de la realidad. Nos conduce a lo que Pierre Bourdieu llamaba la “amnesia estructural”. Vivimos bajo el influjo de un alto porcentaje de nuestro inconsciente como lo predijo Freud. Yo conocí en África, cerca de  la fronteras entre Kenia y Tanzania, una aldea llamada Maai Maihú que en lengua Kikuyo significa agua; luego otra más pobre llamada Olalai Muthia habitada por la ancestral etnia Masai, todos ataviados con su característica y colorida Kanga que significa envolver. Me hice amigo de Nbuzia, quien me regaló una máscara para asustar leones y me presentó 3 de sus 6 esposas. Nbuzia me contó que en el mundo no hay límites entre un territorio y otro, que todo el ganado y los pastizales de todo el planeta les pertenece a los Masai porque es una ofrenda del dios Ngai. Los Masai transitan desde hace milenios por todo el Valle del Rift, sede del origen de la Humanidad. Sin embargo, los Masai parecen no haber salido del paleolítico.

-¿Por qué ese título: They can’t breathe either? 

-Sencillamente porque “they can’t breathe either”, tampoco ellos pueden respirar. Pertenecen a los casi dos mil millones de seres humanos habitantes de este planeta que no conocen la electricidad. Esto se dice muy sencillo, pero es el caso que causa cada año la muerte de más de un millón de niños africanos por neumonía, tuberculosis o cáncer de pulmón debido a la quema de combustibles tradicionales; pertenecen además a los dos mil millones y medio de personas que sobreviven sin agua potable, y a los mil millones de personas que sufren hambre. Cada día mueren de hambre 24 mil personas, de los cuales 18 mil son niños o niñas. Los Masai y el resto de los seres humanos pobres tienen siglos sin poder respirar y mueren como George Floyd.

-En Alfredo Lugo, ¿Qué fue primero el dibujo, la pintura o el cine?

-Yo comencé construyendo pequeñas aldeas del Oeste norteamericano, con su Bank, Saloon y Sheriff… jugaba a los vaqueros junto a mis hermanos. Me encargaba de dibujar en tinta china los letreros sobre restos de tejas. No sé qué edad tenía, pero te aseguro que no llegaba a los diez años. Luego me di cuenta de que podía dibujar otras cosas no solamente sobre pedazos de tejas una vez haber descubierto la tinta china, las plumillas y los pinceles. Después pasé al papel y al cartón. Todavía hay dibujos míos muy viejos en una carpeta que está en A-Teatro, al lado de la Cinemateca Nacional, junto a mi biblioteca. Fui autodidacta hasta llegar a Alemania.  Entré a la Escuela Superior de Dibujo y Grabado de Leipzig. Allí duré solo un año y medio porque fui trasladado a la Escuela Superior de Artes Cinematográficas en Potsdam-Babelsberg, donde estudié dramaturgia y dirección de cine. Realicé dos películas y trabajé como actor (¡no como extra!) en otras dos. Realmente nunca me había propuesto pintar formalmente. Al pasar por París, que estaba llena de pintores latinoamericanos, me contagié,ui pero ese entusiasmo duró poco. Un pintor venezolano me dijo que lo que estaba pintando se parecía mucho a Chagall. Pasé dos semanas muy deprimido y dejé de pintar. Pero seguía dibujando. Fue en este milenio al ser nombrado Consejero en la Embajada en Viena, cuando retomé la pintura. Ya no me importaba si mi pintura se parecía a Chagall o a Gustav Klimt, pintaba para expresar lo que sentía ante la imposibilidad de hacer cine. Fue en Viena donde una organización cultural se interesó por mis trabajos y me invitó a exponerlos. Es la única vez que he participado en una exposición. Ahora en Buenos Aires, aprovechando el desafío del Virus he recomenzado a pintar, pero sin mucha disciplina porque además estoy escribiendo.

-¿Expresarse creativamente privilegiando la imagen, es para ti un acto deliberado?

-Estoy convencido de aquella afirmación, creo que de Turgeniev, según la cual una imagen es más poderosa, más inmediata y real que cualquier extensión indefinida, cualquier expresión verbal o escrita. Sin embargo, fue precisamente Chejov quien insurgió contra las extensas descripciones de su literatura. Chejov concentra aún más sus cuadros para darle un carácter poético más puro, más bello e incisivo. “…el cielo desnudo de nubes, la hierba encendida por el sol tiene un aire triste, desesperado…” ¿Cómo describir la soledad en una tarde de un tórrido verano sin estas prodigiosas imágenes? “. (Ojo, cito de memoria). La imagen cinematográfica puede ser aún más imponente. La fantasmal atmósfera creada por Orson Welles en la escena inicial de “Macbeth”, el encuentro con las brujas, no podía ser más premonitorio. Luz, sombras y encuadre se entrelazan en una imagen sobrenatural que anuncia la insaciable sed de sangre que se avecina. O la travesía de “la zona” de Stalker, cuyo poder evocativo traspasa el cine mismo y nos trasporta a un mundo insondable, al vértigo de lo desconocido, desconcertante como los personajes mismos de Tarkovski.  Pero también la imagen fotográfica ha servido para documentar la verdad. Una cámara filmó la tremenda paliza que cuatro policías le propinaron al afroamericano Rodney King hace más de 20 años. Todo el mundo lo vio. Que luego los policías fueron absueltos es otra cosa, suceso que generó una reacción popular con un saldo de 50 muertos, saqueos e incendios en la ciudad de Los Ángeles. Pero prevaleció la imagen y le arrebató la careta a la justicia racista de EEUU (recuerda que el jurado eran todos blancos). Otro caso aún más grave. Varias cámaras filmadoras encuadraron perfectamente la procedencia de tres disparos de diferentes ángulos sobre la humanidad del presidente Kennedy. Desde ese mismo momento los medios se encargaron de desviar la atención de los verdaderos asesinos para acuñársela a aquel pobre miserable que se prestó para la trampa y que fue ejecutado inmediatamente después. Todo el mundo sabe que el presidente de los EEUU no fue asesinado por aquel sujeto, supuestamente entrenado en Moscú. Las imágenes más que explícitas de la película de Oliver Stone abundaron en el esclarecimiento del magnicidio, pero el poder mediático ha intentado mantener la idea del asesino solitario desechando la conspiración. Podríamos definirlo con más claridad tomando aquella célebre frase del sociólogo y economista británico, nacionalizado norteamericano, Kenneth Boulding: “Podemos concebir un mundo dominado por una tiranía invisible que utilice las formas de gobierno democrático.”. Esto en la actualidad es más que obvio.  Todas las falacias de los poderosos, las argucias de los asesinos no han podido con la soberanía de la imagen. Igual ha ocurrido con las imágenes del ataque contra las Torres Gemelas, que Thierry Meyssan en su libro “La gran impostura” amplió y documentó poniendo bajo el foco el punto de vista de la conspiración y del atentado de bandera falsa. Prevalece la imagen. Por ejemplo, la de uno de los aviones que supuestamente se estrelló contra el Pentágono, donde no se encontraron fragmentos del aparato, ni rastros del equipaje, y por supuesto tampoco restos humanos. Las desoladoras imágenes en torno al Pentágono hablan por sí solas, pero el mundo sabe qué ocurrió, qué trampa criminal se urdió con fines políticos. Afganistán fue invadido y lleva más de 20 años de guerra…

-¿Has recurrido alguna vez, también, a la imagen como figura literaria? ¿Escribes versos? ¿Has publicado alguna vez?

Todos los guiones de mis películas los he escrito yo. Tengo una concepción del cine muy particular que los guionistas en mi país no comparten. Creo esto se debe a que mi formación está muy cerca del teatro de Bertold Brecht y del Berliner Ensamble, donde pude asistir a varias representaciones de sus obras desde la Ópera de tres Centavos, pasando por el Arturo Ui, Coriolano y Madre Coraje. Es difícil escapar a la influencia dramatúrgica brechtiana cuando vives en Berlín. Por eso mis películas no son estrictamente realistas. Algunos críticos, como Alfredo Roffé, Ambreta Morussu y Oswaldo Capriles, percibieron algo de esta influencia e hicieron comentarios para mi muy elogiosos. Pero eso pasó desapercibido. Intenté escribir poesía, pero una noche, inspirado, escribí: “puedo escribir los versos más tristes esta noche…escribir por ejemplo la noche está estrellada…” Y me indigné tanto al enterarme que un gran poeta ya había escrito antes algo parecido, que desistí de la poesía. Pero sí con el teatro. Si a ver vamos, los guiones de mis películas los escribía bajo una estructura teatral y luego le daba una forma cinematográfica. Intenté teorizar en algunas revistas que existieron en los años 70-80, pero me percaté que era totalmente inútil. Nadie leía mis proposiciones a excepción de los críticos mencionados y algún que otro estudiante universitario. Desde mi primera estadía aquí en Buenos Aires en el año 2005, comencé a corregir algunas piezas que tenía engavetadas. Hasta el momento tengo varias obras escritas desde hace ya bastante tiempo. Al llegar aquí nuevamente las mostré al director de un Centro Cultural. cuyo nombre no revelaré por pura superstición, quien se interesó en una de mis obras y explorar la posibilidad de montarla, pero la llegada de la pandemia frenó en seco todo. Veremos que pasará luego. No he publicado nunca, sólo mis películas y una exposición de alguno de mis cuadros en Viena hace algunos años.

-¿Te consideras artísticamente (incluyendo el Séptimo arte) realizado?

Sí claro, me siento tan realizado como Albert Camus, quien le respondió al pintor Juan Gris un día que se tomaban unos vinos en La Coupole en París, que cómo se iba a sentir realizado justo ese día que estaba tan deprimido… A Juan Gris no le quedó otra que pensar, pero bueno, “¿a este qué le pasa?, es un célebre escritor, premio Nobel, bien parecido y perseguido por las mujeres, ¿qué es lo que quiere?” Te puedes imaginar que ocurre en mi alma al lado de semejantes monstruos. Pero en realidad la vida es un eterno aprendizaje. Nadie en su sano juicio se sentirá realizado al menos que admita su propio estancamiento. Lo que sí me siento es satisfecho por haber realizado una obra que nadie podrá borrar de la memoria.

-¿Con qué nos quieres sorprender hoy desde Argentina?

Tengo varios proyectos, pero voy a esperar para después de este intento frustrado de desatar la guerra bacteriológica contra China. Por lo pronto sigo pintando y escribiendo con la posibilidad, hoy lejana, de montar una pieza de teatro. Hay ciento de autores esperando.  Pero con el mismo entusiasmo y la misma esperanza de que todo esto que estremece el mundo entero son signos de un giro radical que beneficiará a la humanidad. Ojalá sea lo que nosotros esperamos desde nuestra más temprana juventud. Veremos.

Iván Padilla Bravo / Caracas / Buenos Aires

Fotos: Cortesía de Alfredo Lugo

Deja un comentario