Ramón Palomares: Dos poemas

Un día como hoy el 4 de marzo de 2016 sembramos a Ramón Palomares en el paraíso de la poética. Su gran legado fue la palabra. Recuerdo una madrugada que me llamó por teléfono y me dijo: -estoy viendo la montaña enfrente llena de nieve, como me gustaría regalarte mis ojos para que tu la vieras- Ese es el legado y la Felicidad más grande de mi amado poeta.

En Palomares encontramos diferentes maneras de sentir, de vernos, de escucharnos. Su poesía es expresión pura de la realidad, y más allá de la realidad. Es una forma de lo real maravilloso, de los lenguajes puros abarcando sus caminos y sus montañas.

Palomares es nuestra historia, las guerras trujillanas, las voces del Jardín Botánico, la máscara, el gran sueño, la pequeña colina, el jugador, pero más allá de eso, su unción está doblemente configurada en la mujer de los loros de Eloísa Torres, de los caminos y los sonidos de los pájaros, estas mezclas señalan la palabra humilde, una palabra de siembras, parecidas al barro, a la tierra, a las tardes de grandes aguaceros, así como, noches de mujeres viendo la luna, en la pintura de Salvador Valero. Y esos campesinos abigarrados de frío y de míticas nostalgias, como los de El Hombre del Anillo. En Palomares está el habla y el tiempo de la égloga feliz, de los recuerdos, del esplendor y de la música que despierta el afán cotidiano.

El Jugador

Yo soy como aquel hombre que estaba sentado en una mesa
de juego
Y al promediar la tarde ya estaba bien basado
Y dio y dio hasta que estuvo rodeado de montones de plata
Y ya en la tardecita era puro de oro
Y le llegaban mujeres y le ponían los brazos al cuello
y él se reía
Y estaba lleno de joyas, lleno de prendas
y los ojos y las orejas eran de fina joyería
y los bigotes y la barba eran de verdad piedras! Y muy
Muy preciosas!
Y a las nueve ya estaba en su apogeo
Y la mesa y los jugadores y los que estaban en lo alrededor
brillaban
Y aquello eran nomás soles Y un gran sol que era él
Y esa casa era un solo resplandecer y resplandecer
Y mientras más entraba la noche
más y más claro se hacía
Y el tiempo iba y venía y así
hasta que todo era una gran montaña
Y el hombre estaba en el centro y en lo más alto del monte
Y se veía como una enorme piedra roja y en lo alrededor
todos eran de oro y todos de monedas
riéndose con aquellos dientes que chispeaban
y hablando con sus lenguas de porcelana y rubíes.
Entonces eran como las doce Y el reloj
dijo a dar las doce
Y al ratico nomás quedaba la casa
Y al ratico
nomás quedaba la sala con la gente brillando y brillando
Y ya no quedaba sino la mesa y los montoncitos de oro
Y el hombre miraba a todos lados
Y abría la boca y miraba
Y desaparecieron las mujeres Y vio los montoncitos de
ceniza
Y se quedó desnudo
Y se puso a llorar
Ai se dio cuenta Que todo se le había vuelto noche
Y resplandores Nada!
Todo de luto y hosco
Y esos ojos de él vieron una luz
y volvieron en sí
Y volvieron a mirarse como era él
Y tendió la mano sobre los montoncitos de ceniza
sonriendo
Ya me voy -dijo
Me voy como me vine -dijo
“Adiós”
Y se fue por lo oscuro.

Adiós

Para Antonio Luis
Llovió y ha vuelto a llover
y cayeron las hojas y el sol las abrazó y el viento vino
y arrastró las hojas y sonó la hojarasca
y otra vez cayeron las hojas y el sol las abrazó y vino el viento
y el rocío se hizo en la hierba y se fue
y abrieron los capullos y el insecto rompió la húmeda cáscara
{y voló
y otra vez el pájaro que cantaba en la cuerda
bajó a jugar bajo el rosal y volvió a su cielo
y cantó y la mariposa estuvo dormida al amanecer y con el sol
{caliente subía dando ligeros golpes
y la lluvia la heló y otra mariposa voló por el jardín y el
{jardín de ayer
quedó yerto y enrojeció y volvió a quedar yerto y pálido y las
{ramitas secas
chasquearon y cayeron al césped y el sapo cambió de sombra y
{volvió a cambiar
y ha buscado otra sombra húmeda
y el gusano ha terminado de hilar y ya voló y ya volvió a
{hilar y el viento
mueve la hoja que lo hospeda
y los jejenes han ascendido en el vaho caluroso y caído con las
{aguas del cielo
y se han levantado de nuevo porque otra vez ha sido el día
{caluroso
y la hilera de hormigas corta el campo en el claro seco y
{boronoso y ahora regresa al patio sembrado
y el ratón de monte ha dormitado largamente en su cueva y
{ha despertado por muchos días corriendo en secreto
lejos del búho y ha caído lejos de las garras del búho y el búho
{comió y pasó noches de hambre y volvió a su comida
y duerme este día y se despertó de nuevo y cazó la rata gris
y un hombre encontró su pareja y se amaron y el hijo que
{nació encontró su pareja y la amó
y el hijo que de allí naciera encontró su pareja y la amó y de
{allí nació un hijo
y el hombre murió y volvió otra muerte y se llevó otra vida y
{otra vida se apagó al entretanto
y vinieron hermosas costumbres y cambiaron las
viejas costumbres y otras costumbres y modales se cambiaron y
se levantaron templos prodigiosos y los templos prodigiosos se
{fueron y llegaron nuevos templos prodigiosos
Y se levantaron los ídolos todos de metal noble y refulgente
{y dieron vuelta y otro rostro cubrió el rostro de ellos
y otra vuelta cambió este rostro por otro de otra forma
y el polvo hundió los ídolos y salieron flores del polvo y el
{desierto llegó a cantar un largo silencio
y las ciudades despertaron y se durmieron y se ocultaron y
{desaparecieron
y volvieron a nacer con sus comercios y sus tiendas y sus reyes
{y príncipes
y poetas y bellas mujeres y mártires y guerreros y sacerdotes y
{santos y maestros
y muchachos atarantados y viejos
y la luna estaba dando vueltas y se encendía toda y se
{adelgazaba y se hacía tenue
y se llenaba y se vaciaba de plata y volvía a llenarse y a subir
{tarde y tarde bajando tarde y tarde y noche y noche
y la tierra corría y corría y regresaba y corría y la tierra en la
{noche en la oscuridad dando su cara negra
{y rodando su cara deslumbrante y su azul ligero y su azul
{negro y sus nubes y aladas
y sus nubes estrepitosas y deshechas con el mar que saltaba
{hacia su madre y saltaba desde el pecho de su madre
y con el viento que lloraba y cantaba como un niño y lloraba
{y cantaba como una mujer y lloraba y cantaba como un
{anciano y como un perro
y como un mar hasta que era otra vez viento y lloraba y
{cantaba
y la tierra iba loca y bella entre sus madres entre sus padres
{loca como una jovencita y loca como una mujer en una fiesta
y como un paso de baile y como una caída de flores y como
{un beso
iba i venía mientras las grandes redes de estrellas subían y
{aleteaban como insectos desesperados de amor y como
chispas que volaban desde la raza áspera y como cabelleras
{solas y como fuego solo y como
oro raptado y oro yéndose y oro viniendo y oro jugando en
{todas partes y moscas plateadas y anillos perdidos y collares
y cuellos y rostros de mujeres exquisitamente desenvueltas
{y allí las noches
soltaban sus amarras y se aprisionaban y amaban la noche
{hembra y la noche viril
y el tiempo hembra y el tiempo varón y la vastedad toda y los
{círculos de vastedad
que iban y venían a sí mismo y de sí mismos alejándose y
{entregándose y frotándose como dos hocicos de hembra y
{macho encelados, tigres, lobos en celo.
Y ha vuelto a llover y dime qué sol ha venido y qué canción
{has oído y qué mariposa baja hasta la flor del patio
y duerme y
dame ese perfume que todo es un perfume y una esencia y una
{vaga brisa que llega y se mueve anda y desanda
y dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir
y si de ti todo se ha ido y todo está por llegar y todo está en
{viaje y todo es nuevo y vuelve.
Adiós Salud Adiós.

Ramón Palomares y Enrique Hernández-D’Jesús

Texto y fotos: Enrique Hernández-D’Jesús

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s