Paciencia. Estamos ante una situación sumamente compleja -a la que, comunicacionalmente, se ha identificado como «Coronavirus» o «Covid-19»- y ella nos invita a revisar el fondo desde donde ella se levanta.
¿Cuarentena o no? Fue la interrogante inicial cuando la noticia del Coronavirus se declaró pandemia, sin conocer públicamente de tratamientos para el mismo, ni tener vacunas para contenerlo.
La aparición abrupta, pero planificada por los amos del mundo, de una molécula letal que se hiciera viral y convirtiera en verdadera amenaza para la humanidad estaba «fríamente calculada» para convertirla en pandemia. Por eso el pretendido «Yo no fui» yanqui-sionista y el dedo apuntando de acuesta a China.
Los coronavirus son una variedad o mutaciones de moléculas de la influenza que andan por allí, libres y de su cuenta, desde hace muchísimos años, tantos que podría decirse que desde siempre. La particularidad de este, identificado como Covid-19, es que se trata de un Coronavirus diseñado como arma de exterminio, en una guerra no convencional, que los amos del mundo decidieron en una de sus anuales citas para «jugar golf» en Bilderberg.
Hago esta referencia -que no extenderé mucho más en este artículo, pero que estoy seguro que quienes leen aquí, van a profundizar más allá- simplemente para tratar de entender por qué algunos países decidieron optar por el cautiverio voluntario de sus ciudadanos, el distanciamiento social y la cuarentena, con el consabido cierre de centros, locales e instituciones de concentración masiva, incluyendo escuelas, centros de estudio y de productividad o laborales en general.
Uno entiende que cualquier patología de difusión viral llega siempre a un final, «programado» por un buen equilibrio inmunológico de los individuos que lo contraen, los cuales generan defensas orgánicas y, en algunos casos, llegan a hacerse inmunes.
Como esto requiere de un poquito de mayor explicación para entender mi «elogió a la cuarentena», es importante recordar que «a falta de vacuna» bueno es el aislamiento, el encierro.
En su deseo por detener patologías mortales virilizadas, la «ciencia» un buen día inventó la vacuna. Mientras que al poco tiempo, la industria farmacéutica y todos su poderío mercantilista de manipulación, dominio y acumulación de capital en poquísimas manos, inventó la venta masiva y los «programas obligatorios» de vacunación, que se conocen y aplican por el mundo entero.
Lo dicho hasta aquí nos ofrece algunas luces e interrogantes para poder entender lo que ocurre con la actual pandemia de Coronavirus. El asunto que se ve claro es que todos (o la inmensa mayoría) los países del mundo optaron por asumir la contingencia con cuarentena, pero los Estados capitalistas proimperialistas y neoliberales se apuran por levantarla para «salvar la economía», mientras que los Estados anticapitalistas, antiimperialistas o que privilegian la vida, la humanidad, la naturaleza y las posibilidades de un mundo en solidaridad, justicia e igualdad, optan por extenderla hasta tanto se tenga la vacuna.
La vacuna para contener la actual pandemia vuelve a convertirse en una especie de «espada de Damocles» sobre las cabezas de los pueblos, movidos a merced del hegemón.
Las pruebas y posterior masificación, mundialización, de los programas de vacunación contra el Covid-19, generarán también millones de muertos en todo el planeta, sólo que en nombre de la «Ciencia» y para beneficio de las transnacionales de la farmacia.
Ante la pregunta inicial: ¿Vacuna para el regreso?, la respuesta de los países sensatos y humanistas es afirmativa. Interrumpir la cuarentena, luego de haberla iniciado, con el rigor que ha implicado, sería desencadenar cuadros masivos de exterminio, quizá mayores que los conocidos hasta hoy por efectos de la «gripe monárquica» del Coronavirus.
Ojalá que estos tiempos de cautiverio -entre perversidades y optimistas esperanzas- lleven a nuestros pueblos a optar por un mundo mejor posible.
Mantengamos la calma, seamos rigurosamente disciplinados y sigamos en cuarentena. La vacuna es un hito para «el regreso» pero no la solución. La solución a la pandemia del capitalismo está en hacer la Revolución, en construir juntos la sociedad de las y los iguales: el socialismo. Sigamos en lucha y en resistencia.
Iván Padilla Bravo / Caracas
Ilustración: Xulio Formoso