Venezuela celebra el Día del Artista Plástico en honor al natalicio del pintor de la luz Armando Reverón

Este domingo 10 de mayo se celebra el Día Nacional del Artista Plástico, en honor al natalicio del pintor de la luz, Armando Reverón, quien es considerado uno de los máximos exponentes del arte en nuestro país.

Reverón nació el 10 de mayo de 1889 en Caracas. Hijo de Julio Reverón Garmendia y Dolores Travieso Montilla. Debido a la ruptura del matrimonio de sus padres es enviado a la ciudad de Valencia, al hogar de una pareja de amigos de Dolores, los Rodríguez-Zucca, quienes se encargan de su educación durante los primeros años de su vida.

En la capital carabobeña cursó primaria con los padres salesianos y da sus primeros pasos en la pintura de la mano de su tío, el pintor Ricardo Montilla. Incluso, las paredes de la casa fueron algunos de sus lienzos, donde dibujaba a la sirvienta de la familia, Juanita Carrizales.

Amanecer desde Punta Brisas, Caraballeda

Entre los 12 y 13 años de edad, Armando se enfermó de tifus, condición que para muchos le afectaría psíquicamente por el resto de su vida.

En 1904 muere su padre y se muda junto a su madre a la casona donde nació Francisco de Miranda en Caracas. Allí conoce al joven pintor César Prieto, quien lo convence de inscribirse en la Academia Nacional de Bellas Artes, dirigida entonces por Emilio Mauri.

Durante este período viajaba constantemente de visita a Valencia y se reunía con Josefina, la hija de los Rodríguez-Zucca, con quien se crió como un hermano y para quien construyó algunos primeros juguetes y muñecas.

Su alto rendimiento en la Academia Nacional de Bellas Artes lo hizo merecedor en 1911 a una beca de estudios en Europa. Ya en Barcelona, España, ingresa a la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes, y recibe clases de dibujo por parte del maestro Vicente Borrás Avella y Clemens.

A finales de 1912 regresa a Venezuela, pero por muy poco tiempo, pues vuelve a España para inscribirse en la Academia de San Fernando de Madrid en los cursos de los reconocidos pintores Antonio Muñoz Degrein y José Moreno Carbonero.

La cueva, 1920

En 1914 viaja a París y un año más tarde vuelve a Venezuela, donde participa en las sesiones del Círculo de Bellas Artes de Caracas, fundado en 1912 por algunos de sus viejos compañeros, como Manuel Cabré y Leoncio Martínez, que se rebelaron en contra de los métodos de enseñanza arcaicos de las artes que se impartía en la academia. Esto permitió que los pintores salieran del estudio y estuvieran en contacto directo con la naturaleza.

En 1917 recibe uno de los golpes más duros de su vida con el fallecimiento de Josefina, su hermana de crianza. Este hecho lo hizo caer en una gran depresión y se refugia junto a su madre en una casa en el centro de la capital venezolana.

En este período se hace amigo del pintor ruso Nicolás Ferdinandov, quien le brindó importantes consejos que determinarían su futuro: conseguir dinero, comprar una vivienda que le permitiera aislarse y compartir su vida con una mujer humilde.

Precisamente, en 1918 el artista conoció a Juanita, la mujer con las que compartió el resto de sus días, y quien, además de su compañera sentimental, fue su musa y cómplice.

Retrato de Juanita con ramo de flores. 1933

En 1921 Reverón construye su casa, mejor conocida como El Castillete, en Macuto, cerca de Las Quince Letras. Allí, junto a Juanita, se dedicó a pintar cuadros y a crear piezas cotidianas y juguetes, como su serie de muñecas.

Su carrera artística se define en tres grandes épocas: azul (marcada por la influencia del mar y de Nicolás Ferdinandov), blanca (en la que exploró los efectos de la intensa luz del trópico) y sepia (ya a finales de los 30 donde incorporó en sus obras tonos marrones).

Además, Reverón experimentó en sus cuadros técnicas inusuales e innovadoras, incorporando materiales como el musgo y el óxido de hierro. Sin embargo, la luz fue sin duda el elemento más explorado por este maestro, no en vano es conocido como el “Pintor de la luz”.

Entre sus obras destacan: «Los uveros azules”, «La Trinitaria», «Fiesta en Caraballeda», «Playa con figura de mujer», «Oleaje», «Playa de Macuto”, «Luz tras mi enramada», “La cueva”, “Figura bajo un uvero”, así como diversos retratos de su esposa Juanita.

Hacia el final de su vida, una serie de crisis nerviosas lo obligaron a ser ingresado en octubre de 1953 en el sanatorio de San Jorge. No obstante, en el tiempo que estuvo internado siguió pintando y creando.

Su talento y creatividad lo hizo merecedor de diversos reconocimientos, entre ellos: el Premio Nacional de Pintura y los premios Federico Brandt y John Boulton.

El Playón. Circa 1942

Reverón falleció el 18 de septiembre de 1954. En homenaje a los 125 años de su natalicio, el 10 de mayo de 2014 el Gobierno Bolivariano declaró la obra del artista como Bien de Interés Cultural de la Nación, así como su trayectoria y cada uno de los objetos que él mismo elaboró para realizar sus pinturas.

Asimismo, por órdenes del presidente de la República, Nicolás Maduro, el 10 de mayo de 2016 fueron trasladados sus restos mortales, junto a los del maestro César Rengifo, al Panteón Nacional, como reconocimiento a su valioso aporte a las artes plásticas en Venezuela y el mundo.

Prensa Ministerio del Poder popular para la Cultura

Fotos: Archivo

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