Fabiola José nos recordó que el compositor Manuel Enrique Pérez Díaz sienta cátedra con El Pregón de los merengues
Llegamos a su oficina del piso tres en la sede principal de Unearte y allí está, moviendo sus maravillosas manos en la creación de un tejido multicolor que no alcanzo a descifrar. Esta creadora que nos impresiona, desde hace mucho tiempo, con su capacidad interpretativa en el canto tradicional venezolano, hoy también nos conquista con su agilidad manual, como si todo lo tiene Hecho en Casa – como el proyecto musical difusivo en redes digitales que hace junto a Fidel y Simón Ernesto, su esposo e hijo-. Fabiola José nos recuerda que es “nieta de Luisa y Carmen, hija de Nora”, como si quisiera resaltar la línea matrial de su procedencia. Prefiere que la mencionemos por sus nombres de pila, sin apellido: “Fabiola José, que son los nombres míos miítos”, nos dice.
Le habíamos propuesto establecer un Diálogo para Todasadentro y nos citó para la Unearte, donde labora desde 2011 como docente de canto popular, además de ser cofundadora -junto a Leonel Ruiz, Pedro Colombet y Fidel Barbarito- de la Cátedra de Canto Liberador “Otilio Galíndez”, que cuenta en su proceso de desarrollo con “las y los cantantes en formación”, puntualiza.
Escucho el susurro del clic en la cámara de Félix Gerardi, detrás de mi hombro izquierdo, pero nada me desconcentra de cuanto nos dice Fabiola José acerca del merengue venezolano, de la partida de Adelys Freitez y de otros detalles que aquí te contamos. Ella nos señala que Adelys narra en su propia voz el origen de El Espanto, que fue su primer merengue. Grababan la segunda producción discográfica de Carota Ñema y Tajá cuando “los de la empresa -dice él- debe ser la disquera” le pide “hacer algo más comercial, que venda” pero a él no le convencía esa solicitud por lo que se le ocurre hacer un merengue y entonces recordó una copla de su papá que comenzaba: “Más allá de no sé dónde”, a la que empató con otros relatos caseros de la infancia, mezclados con espantos.
Fabiola José nos indica que “Adelys, como músico, tenía una capacidad para vibrar con esa fibra popular, que es muy característica también en Luis Mariano (Rivera), en Otilio (Galíndez). Como persona era increíble, supersimpático, hechador de broma, ademas de ser de los comprometidos, crítico, siempre fue chavista, pero eso no significaba que si observaba algo con lo cual no estaba de acuerdo o fuera de lugar, iba a dejar de criticarlo. Nunca fue acomodaticio”.
-¿Cómo lo homenajearías?
-Desde el canto. En la Cátedra de Canto Liberador Otilio Galíndez, nuestro próximo concierto será cantar todo Adelys, hablar de su obra y de su vida. Estoy segura de que habrá otras formas de homenajearlo, alguien sugirió resaltarlo como creador del merengue larense, sobre todo en un momento cuando desde Venezuela pareciera quererse promover un merengue que no es nuestro. En Venezuela hay mucho merengue: aquí se hace merengue en todo el país.
-Además de los Susupiros, ese sabroso dulce criollo que también se le conoce como merengue…
-Además… Por cierto, hay una canción de Manuel Enrique Pérez Díaz que se llama El Pregón de los merengues (Ella no se resiste ante el recuerdo y lo canta: “Merengue recién horneado… Merengue, cómpreme usté. Por fuera lucen dorados, por dentro son pura miel. Si el dulce no es de su agrado, quizá le ha de gustar el merengue bien cantado. Si quiere bailar merengue sabroso, solo necesita, un par de alpargatas nuevas, buenmozo y una hembra bonita, que sepa con las caderas seguir el chas chas”…) y nos recuerda los orígenes, por lo menos del merengue caraqueño, de la guasa caraqueña.

-¿Esta planteada una controversia entre el merengue dominicano y el venezolano?
–Ni siquiera es con el merengue dominicano, porque ese que escuchamos interpretar y bailar por ahí, ni siquiera es dominicano. Es como lo que nos pasa a los venezolanos con el Joropo, también. Aquí hay mucha cosa que se disfraza de Joropo llanero y no lo es. Nos quieren trampear porque se le mete un arpa y con eso creen que basta para calificarlo de Joropo llanero. El Joropo es otra cosa. Es una fiesta, una expresión cultural que tampoco se reduce exclusivamente al Llano.
-¿Cuántos tipos de merengues hay en Venezuela?
-Yo no sé si los han clasificado. Por ejemplo, en oriente se hace merengue. El caraqueño es como el más emblemático, no se sabe si es que nació aquí, en verdad, y se fue adaptando a cada sitio. Yo no lo sé, pero uno siente. Por ejemplo Cruz Felipe Iriarte, oriundo de La Guaira, hacía un merengue que también tiene su particularidad. No era exactamente como el merengue cañonero. No creo que los tipos de merengue en cada región hayan nacido espontáneamente, me parece que se trata de una cadena reproductiva de un ritmo que se fue diseminando. Algo como lo que pasa con el Cuatro, había géneros que este instrumento no acompañaba y ahora está en todo. Hasta el Joropo tuyero, que se interpreta originalmente con “arpa, maraca y buche”, ahora tiene versiones en las que está el Cuatro y otros instrumentos que no se hubiesen imaginado antes en el género.
-En el merengue venezolano ¿hay un compás a seguir?
-Sí, aunque es variado también. Hay como una convención de que el merengue venezolano es en 5 por 8 (de cinco octavos), pero la verdad es que el merengue oriental es un poquito más abierto, pero tampoco podemos decir que sea en 6. Y el merengue caraqueño, cuando comenzó, era en 6 y luego se fue acortando, en un proceso que no sé exactamente cómo sucedió. De todos modos, eso de las medidas es un sistema moderno y de la música europea. Es una herramienta, uno escribe y usa las partituras, pero no necesariamente calza esa notación musical con nuestra música.
-¿Qué pasa en Venezuela, donde muchos de nuestros connacionales cuando se les menciona el merengue no saben que tenemos uno propio y lo confunden con el dominicano?
-Es el papel de la industria cultural…
-Por ejemplo, en el ámbito universitario donde te desenvuelves, ¿los estudiantes diferencian que hay un merengue venezolano, distinto al dominicano?
-Algunos. Hay quienes no, tienen esa confusión y el merengue les suena como si fuera el dominicano. Pero, por ejemplo, aún quienes no le conocen uno les canta “Me fui para Nueva York, en busca de unos centavos…” entonces reaccionan y dicen que sí lo conocían. Son cosas que están en un sustrato no explícitamente identificado, pero que permanecen, así sea en latencia, como esperando florecer en algún momento. Por lo menos en la Cátedra de canto, he sentido eso con varios estudiantes que manifestaban no conocer absolutamente nada de música venezolana, pero no es así, porque en la medida que se adentran en ella, descubren otra perspectiva, otros recuerdos y se enamoran de nuestra música. Empiezan a sentir que es una música que les dice algo, aunque no lo puedan verbalizar. Sé de casos de viajeros, de migrantes jóvenes, que se han ido del país y estando en otros territorios oyen, por ejemplo, un golpe larense y los ves llorando.
-El Directorio de Responsabilidad Social en Radio y Televisión acabada de aprobar una providencia administrativa que, con carácter de ley, dispone un mejor uso y distribución porcentual de los espacios de difusión de música venezolana y, en especial de la tradicional.
–Me parece muy bien que exista la Ley y esta providencia recién aprobada, pero la ley no es la que va a hacer un verdadero cambio en esta materia.
-¿Qué crees se debe hacer?
-En nuestro caso, seguir con lo que estamos haciendo, con la formación. En Unearte tenemos un espacio que es para eso y donde cantamos música tradicional venezolana.
Iván Padilla Bravo / Caracas
Fotos: Félix Gerardi
Ilustración: Edeylis De Vita

Hablar con un ejemplo: La incidencia desde el Estado
Por el cumpleaños de Simón Ernesto nos fuimos al Guarairarepano usando el servicio de teleférico. Lo primero que encuentras es que no hay venta de entradas en Petro, cuando este es un servicio que debiera aprovecharse para promover la circulación e intercambio de nuestra criptomoneda. A todo el mundo le pregunté y nadie supo dar explicación, más bien me veían como diciendo: “Esta como que es fiscal”. La entrada debe pagarse en bolívares. Los extranjeros pueden pagar en dólares y a una tarifa más alta que el usuario connacional. Pero, además, abajo te reciben con tecno-merengue, merengue-pop y todas las combinaciones comerciales. Al subir encontramos muestras de bailoterapia con una música que es de la peorcita. Luego actividades circenses. Allí encontramos a una chica que subió con nosotros en el mismo funicular y comenzó a interpretar su flauta con música comercial y hasta regetón. En otro escenario una chica cantando canciones pop-despecho. Ninguno interpretaba música de nuestras tradiciones. En un espacio donde el Estado pudiera tener cierta incidencia, pero no lo usa. Sobre todo en un lugar que es visitado por gente que quiere conocer al país y, muy probablemente, no quiere escuchar la música que oye en todos lados, sino la de este país y en un sitio explícitamente turístico de lo nuestro.
Fabiola José