Libro de José Negrón Valera es una denuncia descarnada de la realidad oculta
«¿Quién no quiere ser el mejor?”, decía El Maestro. “¿Quién no quiere ser llamado del primer mundo?” “¿Quién no quiere el progreso… ir hacia adelante?” Ir al pasado es la muerte, es el estigma. Está bien reservarlo para algunas celebraciones folclóricas, quizás una vez al año, o quizá para adornar carteleras escolares, pero el pasado está muerto. Implorarlo significa coquetear con la muerte, con la destrucción. He allí lo que pensaba El Maestro.
Reyes y dinosaurios es un compendio de las más crueles sutilezas que en el mundo de hoy los poderosos, las corporaciones, el capitalismo, (ponga usted cualquiera de estos nombres y serán válidos), idean para probarlas en los países que pretendan construir su propio camino. Es más, en alguno que aún no despierta a esa posibilidad, pero tiene riquezas, o está atravesado en el mapa de las intenciones imperiales. Así, en las voces de múltiples personajes que tienen en común trabajar para “La Agencia”, vemos cómo se pueden manipular para favorecer la propia destrucción, las emociones, el miedo, los recuerdos, las percepciones, los sueños, la imagen que vamos haciendo de nosotros mismos, las drogas, la tecnología, los lazos que nos unen, el poder, el sexo. Y podría parecer ciencia ficción, si no lo hubiéramos vivido en pueblo propio y no fuéramos ahora capaces de estar más atentos.
Escogí el texto que abre esta reseña porque siempre he tenido una intranquilizante preocupación, específicamente por la batalla simbólica (“y fue haciéndose una sociedad, una que no veía que la guerra simbólica era la más importante de todas”). Las demás batallas están permeadas por ella, de manera que aunque ya enunciamos las diversas caras de la conspiración en contra de los pueblos, descrita en esta novela, es aquí donde, y ya bien avanzado el texto, sentimos que nos golpea con más fuerza. De hecho, hemos buscado un aspecto de la humanidad vulnerable que no haya sido usado por “La Agencia”, y todavía no lo encontramos. Y sí, por supuesto, consideramos “La sospecha del otro” (“¿quién media entre estos lobos que solo cuentan con la palabra del uno y del otro?”), el dispersa y vencerás, la exposición desmedida y constante a la crueldad, el zorro desollado vivo haciéndose costumbre que nos entra a pedacitos en las series de TV y en las películas del reino del entretenimiento. Pero es definitivamente, borramos el pasado, hacer de nuestra historia una telaraña, de nuestro canto profundo una proyección, de lo raigal imitación y espectáculo, lo que nos disuelve en la nada.
Este libro de José Negrón Valera es de mucha densidad. Aunque se le califica y puede leerse como un “thriller”, novela de suspenso, aventura contemporánea, tiene momentos de muy bella escritura, casi poética, dentro del aparente caos en que narra, de los saltos y permanente ocultamiento de pistas que impiden seguir con facilidad una historia “lineal”. Sin embargo, uno acaba comprendiéndolo todo. Incluso, no creo que sea necesario. Bastan los casi “monólogos sueltos” de los personajes, cada uno podría ser un cuento, una crónica, cada uno se sostiene en sí mismo dentro del todo… -En fin, son su densidad e inteligencia lo que debemos agradecer.

Personalmente, agradezco en especial el tratamiento dado a El Maestro, así como al intelectual LP.
Reyes y dinosaurios es una develación: lo que sabemos no debería ocurrir. Lo que está descubierto, no pasará. Y como creo haberle dicho al autor en un breve y único encuentro en la FilvenCaracas, que un joven esté dedicando su talento y esfuerzo a estos temas urgentes de nuestro tiempo, en este país, nos llena de esperanza.
Espero el próximo libro de José Negrón Valera, en el que tal vez Alex Coronel decida hacer justicia al fuego sagrado que inunda su alma, y sea la paz. Aunque en estas fechas debe estar haciendo de las suyas en el Oriente Medio, según avizora el final de la novela.
Mientras tanto, como inicié la lectura de la obra de este escritor “ al revés”, me dispongo a disfrutar de Un loft para Cleopatra.
Ana María Oviedo Palomares / Barinas
Fotos: Archivo